Su alucinante presencia ha marcado la vida del Altiplano y la de sus habitantes. Primero los alojó en sus islas y riberas, luego les proveyó de alimento y, por último, se convirtió en su protector, su padre, en su vida misma. Recorrer el lago Titicaca, es encontrarse con un pasado intacto, que aflora de sus oscuras aguas cargadas de leyenda.
La historia del nacimiento del hombre andino ha sido profundamente asociada a la presencia del lago Titicaca. Del azul profundo de sus aguas salieron, según la leyenda recogida por Garcilaso, Manco Cápac y Mama Ocllo con la misión de fundar el Tahuantinsuyo. Siglos atrás, el Titicaca albergó a la cultura Tiahuanaco (100-700 a.C.), uno de los imperios preincaicos más influyentes que extendieron sus dominios por casi todo el territorio peruano.
El Altiplano, aquella región de contrastes en donde se extiende el lago, conserva innumerables atractivos en donde historia, geografía y costumbres milenarias se funden con el alucinante paisaje de la puna. Este el hogar de las chullpas de Sillustani y Cutimbo, del alucinante cañón de Tinajani y los rodales de puya de Tarucani, de la ciudad rosada de Lampa, y los templos coloniales de Juli y Pomata. Y, por si esto fuera poco, el lago acuna a un rosario de islas, como Taquile, Amantaní, Suasi y Anapia, cuyos pobladores desarrollan exitosos emprendimientos de turismo rural comunitario. Un destino completo e imperdible para todo tipo de viajero.
Cada una de estas islas tiene su propio encanto, desde la ingeniería única de los Uros, pasando por la vibrante identidad artesanal de Taquile, hasta la atmósfera espiritual y acogedora de Amantani. Hay muchos aspectos en particular sobre estas islas por explorar y conocer con mayor detalle, como históricos, tradiciones y culturales que cautivan al visitante.
Pukara, es uno de los puntos destacados en la famosa «Ruta del Sol,» un recorrido turístico que conecta Puno con Cusco. Este sitio arqueológico es conocido por el sorprendente museo pre Inca, que muestra una coleccion de figuras zoomorfas tanto en ceramica como en piedra. El legado de la cultura Pukara también se manifiesta en las conexiones culturales establecidas con otras civilizaciones de la región, como la de Tiahuanaco, lo que sugiere un intercambio de conocimientos y técnicas artísticas en áreas como la cerámica y la arquitectura.
El sitio cobra especial interés no solo por la imponente arquitectura de las chullpas, algunas de las cuales alcanzan los 12 metros de altura, sino también por la atmósfera mística que lo envuelve. Además, Sillustani es un testimonio de las prácticas funerarias y las complejas relaciones sociales y espirituales de las culturas preincaicas, que luego se verían influenciadas por el auge del Imperio Inca.
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